La suerte de los ricos

         Como ya se ha dicho en alguna otra ocasión, durante la Edad Media, los exámenes, eran un elemento revolucionario, constituían un procedimiento para conseguir algún tipo de promoción social. Naturalmente su composición y estructura nada tenían que ver con lo que hoy hacemos pero sí que suponían un recodo más o menos excepcional por el que se podía ascender de categoría social.
     No debe olvidarse que durante siglos (alguien diría desde siempre y para siempre, incluido el mundo de hoy, no nos engañemos con lo que se dice de boca para afuera) la ideología dominante, el pensamiento común era que, allá donde uno ha nacido, allí debe permanecer toda su vida. Si Dios te ha hecho pobre y miembro de una familia sin recursos sabrá por qué lo ha hecho pero a nosotros no nos incumbe, no ya siquiera tratar de averiguarlo, menos todavía tratar de salir de esa situación. En la taxonomía de pecados graves, de alto nivel, este de no aceptar la situación social y por ende económica en la que se había nacido era uno de los más terribles. Esforzarse por escapar del rincón que la vida le había adjudicado era una perversión terrible, un yerro como mínimo de soberbia y altanería. ¡Ni el rey podía trastocar ese orden!, recuerda el historiador Manuel Fernández Álvarez, hablando del barroco español, que, además, ya se encargaban los poderes fácticos en mantenerlo Así es que cada uno a su sitio ¡El de abajo, abajo y el de arriba, arriba! Y en esa concepción de la vida los exámenes era una excepción que las autoridades toleraban, por supuesto en según qué condiciones. La desigualdad de estatus y las consecuentes jerarquías, al tiempo que económicas y de poder, forman así el panorama de lo que es y lo que debe ser.
        ¿Significa todo esto que los ricos son siempre los mismos? Pues sí, de acuerdo a todo lo anterior. Entonces, esa idea del liberalismo de que cada uno, con su esfuerzo y un poco de suerte desde luego, puede llegar a donde quiera (un planteamiento, como se ve, como mínimo herético), que se ha ido implantando al ritmo del desarrollo del capitalismo, ¿tiene sentido?, es viable aunque pudiera ser un pecado? Un trabajo reciente que ha estudiado todo esto ha concluido, con ciertas dosis de verosimilitud por la carencia de informaciones viables, que los ricos de Florencia de ahora son descendientes de los de hace 600 años. ¿Acaso va en la genética algún gen de la riqueza? Pues, ¡vaya!

Publicado el  día 9 de septiembre de 2016

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