Aristóteles en los Juegos Olímpicos

        Aunque con estos calores hablar de Aristóteles pueda dar la impresión de que aumentan la temperatura y los sudores, parece obligado, dados los graves afanes que se están negociando en el ágora, en la plaza pública, evocar a quien fue luz y guía durante siglos y generaciones. Y no se crea que en esta columna se quieren recordar asuntos principales en los que anda el personal porque, por una parte, comentaristas de lujo los tratan a menudo y siempre con sabiduría y, por otra, no queda muy claro si en verdad se negocia o se está haciendo eso que los catetos llamamos teatro y los modernos, con un anglicismo estúpido por innecesario, “flashmob”. Sea lo que fuere, que allá cada cual, también fuera de nuestro país, en el día de hoy, acontecen episodios muy dignos de destacarse, que deberían pasar a la “Historia universal de la infamia” que Jorge Luís Borges se ocupó de recoger. En Nicaragua los jueces amigos de Ortega expulsan del parlamento a todos los opositores y él nombra a su mujer candidata a vicepresidente. En Venezuela, Maduro, además de mandar a los funcionarios a cavar en el campo, declara en desacato al parlamento y le retira todos los fondos. Y en Turquía ya nadie sabe quién dio el golpe, incluso si lo hubo.
     Pero la vida y el mundo están llenos estos días de otras informaciones que pueden descargar el ánimo y que percibe el paladar o sexto sentido (de que hablan personas tan lejanas como “La Perrata” o Ernest Jüger) y que sería torpe dejar a un lado. Como esa explosión de vida de los Juegos Olímpicos. Abre uno los medios de comunicación y se encuentra con que el C. O. I. está repartiendo entre los atletas 450.000 condones, 100.000 preservativos femeninos y 175.000 botes de lubricante. ¿Serán muchos? Ya por ejemplo en Sidney, en el año 2000, se repartieron 70.000 que hubo que implementar con otros tantos; en los anteriores, Londres 2012, se llegó de entrada a 150.000; y esta vez los organizadores no se han andado con chiquitas y, para los 17 días que dura la competición, reparte 42 por atleta (a los que naturalmente habría que sumar los de la pareja).
         Y a todo esto ¿qué pasó con Aristóteles? Pues que reflexionando escribe lo de que el bien es aquello a que tienden todas las cosas pero que, habiendo diversos tipos de fines, cabe preguntarse cuál es el que abarca a todos y este es sin duda el bien principal, que es la felicidad. Pues habrá que disfrutarla.

Publicado el día 5 de agosto de 2016

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